Hace poco, por casualidad, llegó a mis
manos una oferta de empleo para el sector del turismo. Al leerla, tuve una idea
clara e inquietante: esta empresa no busca un ser humano, sino un robot. Las
exigencias eran tan desmesuradas que, biológicamente, no se podría alcanzar ese
nivel de experiencia en una sola vida. Eran, a todas luces, imposibles de
lograr.
Esta experiencia me lleva a reflexionar:
¿el sector del turismo nos está empujando a competir contra la automatización?
Me cuesta asimilar que otros seres humanos puedan pretender algo así. Esta
situación transforma el mercado laboral en un campo de batalla, donde lo peor
de las personas sale a la luz en una lucha por la supervivencia profesional.
Es indudable que el mundo y, con él, el
turismo, está experimentando cambios drásticos. Sin embargo, me pregunto si
vamos por el camino correcto. La digitalización y la automatización, si bien
optimizan procesos, no deberían deshumanizar el servicio. Las habilidades
blandas como la empatía, la creatividad y la capacidad de resolver problemas de
forma flexible son cualidades que la inteligencia artificial aún no puede
replicar por completo.
La clave, a mi parecer, está en
encontrar un equilibrio. En lugar de exigir a los profesionales del turismo que
se conviertan en máquinas de eficiencia, las empresas deberían valorar y
potenciar las habilidades únicas que solo un ser humano puede ofrecer. Solo así
el sector podrá evolucionar de una manera más humana y sostenible, sin
sacrificar la esencia de la conexión personal y el servicio de calidad. Y vos,
¿qué valorás más en el turismo, la eficiencia robótica o el toque humano?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Te leo!